Nicaragua es el segundo país más pobre del hemisferio occidental. Muchas familias habitan en lo que podría ser un solo cuarto, ahí cocinan, duermen y los más pequeños juegan muy cerca de fogones, cocinas improvisadas con ollas en el suelo que contienen líquidos calientes, un peligro latente.
La pandemia de la Covid-19 provocó un confinamiento de las familias en sus casas, la incidencia de quemaduras pediátricas se volvió una realidad desafortunada.